Estos días suelen ser raros, de subidas y bajadas, de risas y de recuerdos, donde sentimos que tenemos que ver la Ganancia final, como si de cuentas se tratara el vivir.
Esperando en el aeropuerto, de camino a visitar a mi familia y amigos con un océano de por medio sólo queda decir GRACIAS.
Para muchos este año fue un verdadero infierno, acompañando a vuestros familiares en el camino de un TCA, sintiendo más frustración que esperanza, viendo más sombras que luces, con el pensamiento al final del día de ¿cuándo se acabará esta enfermedad?, ¿cuándo volverá a ser el/la mism@?
Muchas Fiestas he tenido este sentimiento y muchas otras, cuando la cura estaba cerca, sentía que en lo profundo de mi corazón toda esa pequeña flama de Esperanza quería encenderse y crecer.
Muchos años pasaron hasta que aprendí a dominar a mi mente, me enseñaron a recuperar las SENSACIONES, a sentir, a estar presente, a aceptar que era merecedora de vivir esa calidez de Hogar que cada persona desea sentir en una Navidad.
Así, poco a poco, dejé de lado los «como si» (como si estuviese presente, como si disfrutase de compartir, etc.), y aprendí a volver a sentir y a desear un abrazo, tanto de mi familia de sangre como de aquellas familias que a lo largo de los años fui construyendo con amigos que supieron estar cuando eran necesarios y ausentarse para poner límites a la Enfermedad.
En estas Fiestas, permitiros ver más allá, mirar a los ojos a ese familiar, a ese amigo, a ese ser querido que está atravesando un TCA y decirle: YO CONFÍO EN TI. Porque de eso se trata, de construir a través de las palabras y de los abrazos, de generar espacios con límites amorosos y seguros, lugares donde la Enfermedad no tenga espacio y sólo la VIDA PLENA sea ese deseo que el paciente puede autoregalarse y regalar a las personas que quieren.
Que el Amor sea en estas Fiestas el ingrediente esencial.
Abrazos desde el Alma.
Romina